miércoles, 10 de octubre de 2012

Las Islas Bárbaras

Hoy voy a hablar de esta obra de una joven artista amiga mía. Cuando me la presentaron me dijeron que se llamaba Onírica, y desde ese momento supe que era una persona de esas que no se olvidan nunca. Con una creatividad asombrosa, la he visto trabajar en obras de todo tipo, diseñando ropa, realizando collages, cortos, música. Aplicando siempre muchísimo sentido del humor en su trabajo y en su vida, es una de las personas más polifacéticas que conozco. Espero que os guste.




La isla siempre ha sido un elemento recurrente en en arte. Tanto en la literatura, el cine, la pintura e incluso la música, las posibilidades que ofrece como escenario son infinitas; su naturaleza aislada en medio del vasto océano invita a volar la imaginación del artista y la fascinación del público creando un lugar donde todo es posible. Podemos imaginar civilizaciones aisladas, culturas desconocidas, tesoros ocultos y naturaleza salvaje; todo en un espacio delimitado y aislado del mundo exterior.





El nombre de la obra, Las Islas Bárbaras, me sugiere quizás una deformación del nombre de la isla de Barbados, en el Mar Caribe. En sus superficies antropomorfas cobra significado el concepto de bárbaras; en el sentido de violentas y extraordinarias. Vemos emerger del mar cabezas inquietantes, manos entrelazadas, figuras con vello, enormes uñas y una nariz grotesca cuyos orificios nasales parecen cavernas a modo de guarida para algún pirata. Al analizar la obra más detenidamente me parece que se haya aplicado el método paranoico-crítico del surrealismo para crear una alegoría de los sentidos: tacto, olfato, vista, gusto y oído.

Una de las islas que más me sorprende es la siguiente:



La que relaciono con el sentido de la vista representada como las dos caras de una antítesis: a primera vista un rostro atormentado de apariencia grotesca y deforme del que sin embargo, irradia una fuente de luz en su interior que nos invita a analizar y buscar su origen, revelando escondido tras un orificio a su contrario y complementario; un rostro sonriente, de ingenua felicidad.


  
En definitiva, estas islas de aspecto y textura surrealistas parecen ser producto de un extraño sueño, y tal como afirma Freud: que la génesis de todo sueño es la distorsión de los recuerdos o los deseos posteriormente configurados por la mente en estado de inconsciencia; de esta forma las Islas Bárbaras brotan del  océano, eterno símbolo del caos primigenio del cual surge la creación. 


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